
El miércoles 10 de septiembre, la Semana de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación vivió su segunda jornada en la EEyN-UNSAM con tres mesas que conectaron tecnología, desarrollo productivo y generación de conocimiento. Se habló de destinos turísticos digitales, de ciencia y empresa como impulsos recíprocos y de cómo aprovechar el potencial de la inteligencia artificial para el desarrollo, gestionando sus riesgos.
El día abrió con la mesa “El turismo en la era digital: la irrupción de la IA”, que exploró cómo los datos, la inmersión tecnológica y los servicios conversacionales están redefiniendo la experiencia de viajar. Moderada por Roxana Hruby, con comentarios de Mercedes González Bracco, la discusión partió de una premisa clara: la inteligencia artificial está reescribiendo las reglas y exige profesionales preparados para aprovechar sus posibilidades. (Revivila en YouTube).
Desde Despegar, Pablo Abad compartió el desarrollo de “Sofía”, el asistente de viajes creado en Argentina que ya supera las 800.000 conversaciones mensuales. “Usamos la curiosidad como motor para transformar el temor en innovación”, explicó, subrayando que la IA no solo mejora la eficiencia, sino que permite acompañar al viajero desde la inspiración y la planificación hasta el recuerdo del viaje.
La consultora Inteligencia Natural, representada por Claudia Burgos y Andrés Ziperovich, sumó la perspectiva de los destinos: digitalizar no solo amplía el alcance global, también mejora la experiencia de los visitantes, impulsa economías locales y posiciona comunidades emergentes en un mercado competitivo. Finalmente, Julián Cherkasky Rappa, de la Red de Turismo Inteligente, introdujo la pregunta clave: “¿IA para qué?”. Desde allí destacó que la verdadera ventaja no está en la tecnología en sí, sino en la formación de profesionales capaces de interpretar contextos y gestionar estas herramientas sin quedar relegados por ellas.
Por la tarde, la mesa “Innovación en reciprocidad: ciencia y producción como impulso mutuo”, moderada por Mariela Balbo (EEyN-UNSAM), reunió miradas provenientes de la universidad, la empresa y los organismos tecnológicos. Balbo abrió el diálogo con una idea central: la innovación surge del ida y vuelta entre el conocimiento académico y el ámbito productivo. Y lanzó una pregunta que atravesó toda la conversación: ¿qué pasa con la ciencia cuando no logra transferirse?, ¿queda incompleta?. (Revivila en YouTube).
Diego Comerci (Subsecretaría de Desarrollo e Innovación, UNSAM) llevó el debate a un punto central: ¿la ciencia es un fin en sí mismo o debe orientarse a la aplicación? Recordó una discusión reciente en la que se planteó que “para este gobierno la ciencia debe ser un medio para generar bienestar económico y social”. Frente a esa mirada, relató la reacción de un investigador que sostuvo que “la ciencia es un fin en sí mismo” y no necesariamente debe transferirse. Comerci no esquivó la tensión, pero fue claro en su balance: “Lo que vemos en países exitosos es que hay políticas activas para llevar ese conocimiento a la fase de implementación”. Para él, el desafío es institucional: crear nuevas estructuras y arreglos organizativos que hagan posible esa traducción del laboratorio al mercado.
Desde otra perspectiva, Diego Kampel (Secretaría de Extensión y Vinculación, UNSAM) eligió poner el acento en lo que ya ocurre dentro de la universidad. “Vienen los propios investigadores, docentes o alumnos y nos plantean la necesidad de poder hacer crecer el proyecto para que tenga un impacto”, señaló, convencido de que en ese diálogo cotidiano se construyen puentes efectivos. Y desde la empresa, Carlos Esquercia (Tort Valls SA) sumó la voz de una firma con 70 años de trayectoria que, al buscar diversificar su producción, encontró en la vinculación con el sistema científico un camino lleno de aprendizajes, pero también de tiempos y negociaciones: “Son procesos que requieren apertura, diálogo con un objetivo concreto que puede llegar a darse o no”.
Desde el INTI, Mariana Sánchez fue directa: “Para mí es un riesgo que una investigación quede en un papel o en un cajón y nos sale caro. La investigación y la innovación tiene que solucionar un problema. Nuestra industria local tiene necesidades y urgencias”. Gustavo Rodríguez, especialista en gestión de la innovación, cerró el bloque con un diagnóstico contemporáneo: “Hoy más que nunca la innovación es transversal a todo, sí o sí tenés que ser competitivo, ya no para sobresalir sino para seguir teniendo lugar en el mercado”.
El último tramo de la segunda jornada convocó a pensar “Inteligencia artificial y estrategias de desarrollo: aprovechar el potencial, gestionar los riesgos”, con la moderación de Valeria Arza y Lilia Stubrin (CONICET-CENIT-EEyN-UNSAM), y los aportes de los expertos en ciencias computacionales Carlos Chesñevar (CONICET-ICIC-UNS) y Natalia Debandi (CONICET-CIAI-ECyT-UNSAM). Una mesa que se propuso reflexionar de manera crítica sobre los actores, los riesgos y las regulaciones de esta tecnología en el Sur Global. (Revivila en YouTube).
Desde la Escuela de Economía y Negocios de la UNSAM, el debate reafirmó el compromiso de formar profesionales, impulsar vínculos entre ciencia y empresa y construir marcos institucionales sólidos para que la innovación sea motor de desarrollo con impacto social.
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